Concierto para viola y orquesta de Paul Hindemith interpretado el pasado 21 de mayo en el Gran Teatro de Cáceres, por el solista alemán Nils Monkemeyer acompañado de la Orquesta de Extremadura
Arte seguro
Hasta el siglo XIX, la viola ostentaba el papel de “pariente pobre” del violín, y lo tocaban habitualmente violinistas mediocres, por todo lo cual se evitaba confiarle partes importantes. Sin embargo Bach se encargó de la parte de la viola en algunas composiciones, y en el siglo XVIII ciertos compositores se interesaron ya por el instrumento. En el siglo XIX algunos grandes solistas, como Paganini contribuyeron a poner a la viola en su verdadero lugar, y el siglo XX muchos compositores escribieron para este instrumento, entre ellos Paul Hindemith (1895-1963) violista y compositor.
Una de las obras más importantes de Paul Hindemith es su concierto para viola y orquesta y conocido con el sobrenombre de “ Der Schwanendreher” y que interpretó a la viola el solista alemán Nils Monkemeyer, acompañado por la Orquesta de Extremadura el pasado día 21 de mayo en el Gran Teatro de Cáceres durante un concierto de abono de la temporada 2009-2010.
La seguridad es en la música un aliciente que parece pertenecer más a aspectos técnicos que artísticos, pero sin esta sensación la percepción del oyente se diluye. Cuando queremos disfrutar de la música en su esencia, el público pide más, y ese más suele surgir de una base técnica a la que se le añade sensibilidad y madurez.
Pues bien, Nils Monkemeyer demostró el pasado viernes 21 de mayo como se llega a un arte sublime con grandes dosis de naturalidad. Cabe destacar la llamativa implicación del solista en los tres movimientos del concierto, aportando una brillantez en su dosis justa, un balance perfecto y un estupendo sonido de su viola lleno de personalidad.
Hindemith escribió este concierto en 1935, en una época en la que los nazis le estaban poniendo las cosas muy difíciles a todos los artistas alemanes. La partitura en tres movimientos es introducida por una imagen medieval destinada a servir como un programa: Un violinista se encuentra con un alegre grupo de personas y les reparte los tesoros que ha traído de lejos: canciones divertidas y serias, y el final de una danza. Como un músico experto, adorna las melodías y las transforma preludiando e improvisando según su fantasía y su capacidad. Cuando el ministro de propaganda nazi Goebbels censuró a Hindemith y lo tildó de “creador de un ruido atonal”, este pensó en retirarse.
Con el fin de ganarse la vida, hizo una gira por el extranjero como violista y se sintió identificado como el violinista protagonista de su concierto. Por tanto recreó sus sentimientos diezmando a la orquesta a un pequeño grupo de cámara. Quiero aquí destacar la buena afinación de la sección de violonchelos y contrabajos de la Orquesta de Extremadura, al igual que el solista de fagot. Con el tema “Zwischen Berg und tiefem Tal (Entre montes y valles), Hindemith evoca el ambiente de despedida que le atormentaba. El movimiento lento se divide en tres partes y en la parte fugada subtitulada “el cuco posado en la valla” el compositor alemán se parodia a sí mismo.
En el último movimiento, las once variaciones sobre el tema, Seid Ihr nicht der Scwanendreher? (¿No eres tú el “girador” del cisne?) están perfectamente trazadas y relacionadas.
Del concierto habría que quedarse con el segundo y el tercer movimiento , aunque el primero fue interpretado de una forma deliciosa, técnicamente perfecto y elegantemente lírico. A partir de ahí el aliento del público se fue cortando, y así hasta el final, pues la tensión no decreció ni un ápice. Como propina, el violista alemán nos obsequió con la Zarabanda de la primera suite para violonchelo solo (transcrito una octava alta para la viola) del gran J.S. Bach, siempre incondicional a la buena música. Una golosina para los oídos.
Fernando Agúndez Oso.