El próximo programa, decimoprimero ya, de la temporada de la Orquesta de Extremadura tendrá como solista invitado a un músico de la propia plantilla de la OEX.
Dirigirá el maestro Álvaro Albiach, director titular y artístico. Los conciertos tendrán lugar el día 24 de abril en el Palacio de Congresos de Badajoz Manuel Rojas y el día 25 de abril en el Gran Teatro de Cáceres, ambos a las 20:30 horas.
De orígenes extremeños, Joaquín Fernández nació en Madrid en 1984, pero ya con 8 años estudiaba en el Conservatorio Superior de Badajoz con la profesora Edita Artemieva, obteniendo excelentes calificaciones y sobresaliente en la prueba de acceso a grado superior. El Grado Superior lo obtuvo en el Centro Superior de Música del País Vasco “Musikene” con los profesores Asier Polo y Damián Martinez, también con sobresaliente. Ha sido becado por la Fundación Caja de Badajoz y por la Junta de Extremadura. En 2001 ganó el concurso de jóvenes músicos extremeños “Ciudad de Almendralejo (Badajoz)”, la mención especial del jurado en el 1º Concurso Internacional “Pedro Bote”. Fue violonchelo principal de la Orquesta Joven de Extremadura desde su fundación, también lo fue en la Orquesta Presjovem, con la que ha actuado en el Auditorio Nacional, Gran Teatro de Córdoba, Auditorio Manuel de Falla de Granada, el Auditorio de Tenerife y en el Festival Internacional de Piano de Lucena, trabajando con directores como Miguel Romea, James Ross, Pablo Mielgo…. Desde 2007 es miembro la Orquesta de Extremadura.
Joaquín Fernández interpretará el Kammermusik nº 3, Opus 36, nº 2, de Paul Hindemith, una especie de concierto en cuatro movimientos para violonchelo y pequeña orquesta. Sus obras incluidas en la serie de «músicas de cámara», publicadas entre 1922 y 1927, son un magnífico ejemplo del neoclasicismo, compuestas según una técnica de oposición y complementariedad entre el solista y la orquesta, y no tanto de exhibicionismo virtuosístico del solista.
Pero antes oiremos, para abrir el concierto, la obra Alba de soledades, de Antón García Abril, de 2006 que, en palabras de su autor, «quiere expresar el nacer y renacer de la visión más inspiradora de todos los espacios que nos circundan y nos aproximan a nuestras soledades, a nuestras soledades más poéticas, a nuestras soledades más íntimas y bellas».
Las obras que completan el programa son la breve Le marchand de sable qui passe, Opus 13, de Albert Roussel, compuesta en 1908 para ilustrar un cuento en verso de George Jean-Aubry; se trata de una música suave, tierna, de una belleza frágil y a la vez perenne.
Y, para cerrar, las Variaciones sinfónicas en Do mayor para Gran Orquesta, op.78, de Antonín Leopold Dvorak, en las que, como comenta el crítico Guillem Calaforra «transforma una melodía checa seca, armónicamente desnuda, esquelética, sin ninguna […] en nada menos que 27 variaciones y un brillante final fugado, con lo que se demuestra que lo importante no es tanto el tema como el talento del compositor».